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Los nuevos alimentos son aquellos que el ser humano no ha consumido en un grado significativo en el pasado y que pueden proceder de fuentes no tradicionales o utilizar nuevas tecnologías para crear o modificar productos alimenticios. Estos alimentos también pueden tener características novedosas que los diferencien de los alimentos tradicionales, como propiedades nutricionales únicas, nuevas experiencias sensoriales o una mayor vida útil.

El concepto de nuevos alimentos fue introducido por primera vez por la Unión Europea (UE) en 1997 con el objetivo de garantizar la seguridad de estos alimentos para el consumo humano y fomentar al mismo tiempo la innovación en la industria alimentaria. La UE define los nuevos alimentos como "alimentos o ingredientes alimentarios que no se han utilizado para el consumo humano en una medida significativa en la UE antes del 15 de mayo de 1997."

Para comercializar nuevos alimentos en la UE, las empresas deben someterse a un riguroso proceso de evaluación de la seguridad. En ella se evalúan los posibles riesgos y beneficios del alimento, así como su composición nutricional y uso previsto. El proceso está supervisado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), encargada de asesorar científicamente a la Comisión Europea en materia de seguridad alimentaria.

Puede seguirse un procedimiento simplificado con requisitos menos estrictos para los alimentos tradicionales de terceros países, es decir, alimentos con un historial de uso alimentario seguro (HoSU) en un país no perteneciente a la UE.

Todo el proceso de autorización de un nuevo alimento puede durar varios años y puede implicar ensayos con animales, ensayos clínicos y otras formas de investigación. Si se autoriza la venta de un nuevo alimento en la UE, estará sujeto a estrictos requisitos de etiquetado para garantizar que los consumidores sean conscientes de su condición de novedad.

Algunos ejemplos de alimentos novedosos son los insectos, los alimentos a base de algas y los alimentos derivados de nuevos procesos de producción (como la leche o el pan tratados con rayos UV).

Los insectos se consideran un alimento nuevo en la UE, aunque llevan siglos siendo consumidos por los seres humanos en muchas culturas de todo el mundo. Los insectos son una rica fuente de proteínas y otros nutrientes y pueden ofrecer una alternativa sostenible a las fuentes tradicionales de proteínas animales.

Los alimentos a base de algas son otro ejemplo de alimento novedoso que está ganando popularidad por sus beneficios nutricionales y sus métodos de producción sostenibles. Las algas son ricas en vitaminas, minerales y ácidos grasos omega-3 y pueden cultivarse utilizando recursos mínimos como agua y luz solar.

Los tratamientos con luz ultravioleta (UV) también se están utilizando para crear nuevos alimentos. Por ejemplo, los científicos han utilizado la radiación UV para tratar la leche de vaca después de la pasteurización con el fin de prolongar su vida útil. Este tratamiento produce también un aumento de las concentraciones de vitamina D3, que podría utilizarse para ayudar a combatir las carencias en poblaciones con una exposición limitada al sol.

El desarrollo de nuevos alimentos puede resolver muchos de los problemas a los que se enfrenta el sistema alimentario mundial, como el crecimiento demográfico, el cambio climático y la inseguridad alimentaria. Sin embargo, la introducción de nuevos alimentos también plantea cuestiones de seguridad, ética y aceptación por parte de los consumidores.

Los detractores de los nuevos alimentos argumentan que el proceso de evaluación de la seguridad no es lo suficientemente sólido como para garantizar que estos alimentos sean seguros para el consumo humano y que no se conocen bien los efectos a largo plazo de su consumo sobre la salud. También preocupan las posibles consecuencias medioambientales no deseadas del uso de nuevas tecnologías en la producción de alimentos.

En conclusión, los nuevos alimentos constituyen un importante campo de innovación en la industria alimentaria, ya que ofrecen la posibilidad de crear nuevas fuentes de nutrición, mejorar la sostenibilidad y aumentar la seguridad alimentaria. Sin embargo, las consideraciones éticas y de seguridad para el desarrollo y consumo de estos alimentos deben evaluarse cuidadosamente para garantizar que sean seguros y beneficiosos tanto para la salud humana como para el medio ambiente.

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